miércoles, 2 de mayo de 2012

LEYENDA

DEFINICIÓN:
"Típicamente, la leyenda es una narración tradicional corta de un solo episodio, altamente ecotipificada,[3] realizada de modo conversacional, que refleja una representación psicológica simbólica de la creencia popular y de las experiencias colectivas y que sirve de reafirmación de los valores comúnmente aceptados por el grupo a cuya tradición pertenece".
Contrariamente al mito, que se ocupa de dioses,[4] [5] la leyenda se ocupa de hombres que representan arquetipos (tipos humanos característicos), como el del héroe o el anciano sabio, como se aprecia por ejemplo en las leyendas heroicas griegas y en las artúricas

Características:

Una leyenda, a diferencia de un cuento, está ligada siempre a un elemento preciso y se centra en la integración de este elemento en el mundo cotidiano o la historia de la comunidad a la cual pertenece. Contrariamente al cuento, que se sitúa dentro de un tiempo («Érase una vez...») y un lugar (por ejemplo, en el Castillo de irás y no volverás) convenidos e imaginarios, la leyenda se desarrolla habitualmente en un lugar y un tiempo precisos y reales, aunque aparecen en ellas elementos ficticios (por ejemplo, criaturas fabulosas, como las sirenas).
Como el mito, la leyenda es etiológica, es decir, tiene como tarea esencial dar fundamento y explicación a una determinada cultura. Su elemento central es un rasgo de la realidad (una costumbre o el nombre de un lugar, por ejemplo) cuyo origen se pretende explicar.
Las leyendas se agrupan a menudo en ciclos alrededor de un personaje, como sucede con los ciclos de leyendas en torno al rey Arturo, Robin Hood, el Cid Campeador o Bernardo del Carpio.
Las leyendas contienen casi siempre un núcleo histórico, ampliado en mayor o menor grado con episodios imaginativos. La aparición de los mismos puede depender de motivaciones involuntarias, como errores, malas interpretaciones (la llamada etimología popular, por ejemplo) o exageraciones, o bien de la acción consciente de una o más personas que, por razones interesadas o puramente estéticas, desarrollan el embrión original.
Cuando una leyenda presenta elementos tomados de otras leyendas se habla de «contaminación de la leyenda».
Ejemplo:
La leyenda de la bruja de Blair
Las brujas siempre han despertado pasión en los humanos y los mitos o leyendas que las incluyan son muy numerosas. Incluso las representaciones en cine como por ejemplo “El proyecto Blair Witch” que muchos recordarán puesto que fue récord de taquilla y las ganancias millonarias, aunque el film en si mismo dejaba mucho que desear.
Ahora, ¿sabíais que la película está basada en una leyenda real? Muy pocas personas conocen este dato que para estudiarlo debemos remontarnos hacia el año 1785, donde en Washingtonexistía un pequeño poblado llamado Blair. La conmoción se adueñó de la localidad cuando varios niños acusaban a la joven Elly Kedward de bruja y haber sido secuestrados por ella.
El fin del secuestro era al parecer, extraer su sangre. En el pueblo fue condenada a muerte luego de ser acusada de brujería aunque contrariamente a lo que sucedió en la inquisición, no fue quemada en la hoguera, sino que, desnuda, fue atada a un árbol en una noche gélida en el medio de un bosque de Blair.


Lo más extraño de todo esto es que al año siguiente, todos los niños que la habían acusado 
desaparecieron de forma misteriosa, provocando que la población entera decidiese abandonar Blair.
Sobre la antigua localidad fue construida la ciudad de Burkittville hacia mediados de 1800 pero acontecimientos extraños comenzaron a suceder. Siete personas fueron, literalmente, despedazadas cuando estaban a la búsqueda de otra, una niña se ahoga en el río aparentemente por un ser sobrenatural y finalmente, hacia 1940, un vagabundode la ciudad asesina a siete niños de forma brutal, aduciendo que había sido inducido por la vieja bruja de Blair.
Esta leyenda fue la que incentivó la creación de la película la Bruja de Blair, que pese a ser un mito, no deja de asustar a más de uno que arribe a la zona donde presuntamente vivía, o vive aún…realmente prefiero no comprobarlo ingresando al bosque de Blair.

g% � c ; P� �C ttom:6.0pt;margin-left: 0cm;text-align:justify;line-height:14.25pt;background:white'>- ¡Ah! ¿Creéis vos?...
- Creo que aquella mujer que está de cuerpo presente en el fondo del cuadro era el alma y la vida de este fraile que agoniza contra el suelo; creo que, cuando ella murió, él se creyó también muerto, y murió efectivamente para el mundo; creo, en fin, que esta obra, más que el último instante de su héroe o de su autor (que indudablemente son una misma persona), representa la profesión de un joven desengañado de alegrías terrenales....
- ¿De modo que puede vivir todavía?...
- ¡Sí, señor, que puede vivir! Y como la cosa tiene fecha, tal vez su espíritu se habrá serenado y hasta regocijado, y el desconocido artista sea ahora un viejo muy gordo y muy alegre.... Por todo lo cual ¡hay que buscarlo! Y, sobre todo, necesitamos averiguar si llegó a pintar más obras.... Seguidme.
Y así diciendo, Rubens se dirigió a un fraile que rezaba en otra capilla y le preguntó con su desenfado habitual:
- ¿Queréis decirle al Padre Prior que deseo hablarle de parte del Rey?
El fraile, que era hombre de alguna edad, se levantó trabajosamente, y respondió con voz humilde y quebrantada:
- ¿Qué me queréis? Yo soy el Prior.
- Perdonad, padre mío, que interrumpa vuestras oraciones (replicó Rubens). ¿Pudierais decirme quién es el autor de este cuadro?
- ¿De ese cuadro? (exclamó el religioso.) ¿Qué pensaría V. de mí si le contestase que no me acuerdo?
- ¿Cómo? ¿Lo sabíais, y habéis podido olvidarlo?
- Sí, hijo mío, lo he olvidado completamente.
- Pues, padre... (dijo Rubens en són de burla procaz), ¡tenéis muy mala memoria!
El Prior volvió a arrodillarse sin hacerle caso.
- ¡Vengo en nombre del Rey! -gritó el soberbio y mimado flamenco.
- ¿Qué más queréis, hermano mío? -murmuró el fraile, levantando lentamente la cabeza.
- ¡Compraros este cuadro!
- Ese cuadro no se vende.
- Pues bien: decidme dónde encontraré a su autor....Su Majestad deseará conocerlo, y yo necesito abrazarlo, felicitarlo..., demostrarle mi admiración y mi cariño....
- Todo eso es también irrealizable....Su autor no está ya en el mundo.
- ¡Ha muerto! -exclamó Rubens con desesperación.
- ¡El maestro decía bien! (pronunció uno de los jóvenes.) Ese cuadro está pintado por un difunto....
- ¡Ha muerto!... (repitió Rubens.) ¡Y nadie lo ha conocido! ¡Y se ha olvidado su nombre! ¡Su nombre, que debió ser inmortal! ¡Su nombre, que hubiera eclipsado el mío! Sí; "el mío"..., padre.... (añadió el artista con noble orgullo.) ¡Porque habéis de saber que yo soy Pedro Pablo Rubens!
A este nombre, glorioso en todo el universo, y que ningún hombre consagrado a Dios desconocía ya, por ir unido a cien cuadros místicos, verdaderas maravillas del arte, el rostro pálido del Prior se enrojeció súbitamente, y sus abatidos ojos se clavaron en el semblante del extranjero con tanta veneración como sorpresa.
- ¡Ah! ¡Me conocíais! (exclamó Rubens con infantil satisfacción.) ¡Me alegro en el alma! ¡Así seréis menos fraile conmigo! Conque... ¡vamos! ¿Me vendéis el cuadro?
- ¡Pedís un imposible! -respondió el Prior.
- Pues bien: ¿sabéis de alguna otra obra de ese malogrado genio? ¿No podréis recordar su nombre? ¿Queréis decirme cuándo murió?
- Me habéis comprendido mal.... (replicó el fraile.)--Os he dicho que el autor de esa pintura no pertenece al mundo; pero esto no significa precisamente que haya muerto....
- ¡Oh! ¡Vive! ¡vive! (exclamaron todos los pintores.) ¡Haced que lo conozcamos!
- ¿Para qué? ¡El infeliz ha renunciado a todo lo de la tierra! ¡Nada tiene que ver con los hombres!... ¡nada!...--Os suplico, por tanto, que lo dejéis morir en paz.
- ¡Oh! (dijo Rubens con exaltación.) ¡Eso no puede ser, padre mío! Cuando Dios enciende en un alma el fuego sagrado del genio, no es para que esa alma se consuma en la soledad, sino para que cumpla su misión sublime de iluminar el alma de los demás hombres. ¡Nombradme el monasterio en que se oculta el grande artista, y yo iré a buscarlo y lo devolveré al siglo! ¡Oh! ¡Cuánta gloria le espera!
- Pero... ¿y si la rehusa? -preguntó el Prior tímidamente.
- Si la rehusa acudiré al Papa, con cuya amistad me honro, y el Papa lo convencerá mejor que yo.
- ¡El Papa! -exclamó el Prior.
- ¡Sí, padre; el Papa! -repitió Rubens.
- ¡Ved por lo que no os diría el nombre de ese pintor aunque lo recordase! ¡Ved por lo que no os diré a qué convento se ha refugiado!
- Pues bien, padre, ¡el Rey y el Papa os obligarán á decirlo! (respondió Rubens exasperado.) -Yo me encargo de que así suceda.
- ¡Oh! ¡No lo haréis! (exclamó el fraile.) ¡Haríais muy mal, señor Rubens! Llevaos el cuadro si queréis; pero dejad tranquilo al que descansa. ¡Os hablo en nombre de Dios! ¡Sí! Yo he conocido, yo he amado, yo he consolado, yo he redimido, yo he salvado de entre las olas de las pasiones y las desdichas, náufrago y agonizante, a ese grande hombre, como vos decis, a ese infortunado y ciego mortal, como yo le llamo; olvidado ayer de Dios y de sí mismo, hoy cercano a la suprema felicidad!... ¡La gloria!... ¿Conocéis alguna mayor que aquélla a que él aspira? ¿Con qué derecho queréis resucitar en su alma los fuegos fatuos de las vanidades de la tierra, cuando arde en su corazón la pira inextinguible de la caridad? ¿Creéis que ese hombre, antes de dejar el mundo, antes de renunciar a las riquezas, a la fama, al poder, a la juventud, al amor, a todo lo que desvanece a las criaturas, no habrá sostenido ruda batalla con su corazón? ¿No adivináis los desengaños y amarguras que lo llevarían al conocimiento de la mentira de las cosas humanas? Y ¿queréis volverlo a la pelea cuando ya ha triunfado?
- Pero ¡eso es renunciar a la inmortalidad! -gritó Rubens.
- ¡Eso es aspirar a ella!
- Y ¿con qué derecho os interponéis vos entre ese hombre y el mundo? ¡Dejad que le hable, y él decidirá!
- Lo hago con el derecho de un hermano mayor, de un maestro, de un padre; que todo esto soy para él.... ¡Lo hago en el nombre de Dios, os vuelvo a decir! Respetadlo..., para bien de vuestra alma.
Y, así diciendo, el religioso cubrió su cabeza con la capucha y se alejó a lo largo del templo.
- Vámonos -dijo Rubens. Yo sé lo que me toca hacer.
- ¡Maestro! (exclamó uno de los discípulos, que durante la anterior conversación había estado mirando alternativamente al lienzo y al religioso.) ¿No creéis, como yo, que ese viejo frailuco se parece muchísimo al joven que se muere en este cuadro?
- ¡Calla! ¡Pues es verdad! -exclamaron todos.
- Restad las arrugas y las barbas, y sumad los treinta años que manifiesta la pintura, y resultará que el maestro tenía razón cuando decía que ese religioso muerto era a un mismo tiempo retrato y obra de un religioso vivo. Ahora bien: ¡Dios me confunda si ese religioso vivo no es el Padre Prior!
Entretanto Rubens, sombrío, avergonzado y enternecido profundamente, veía alejarse al anciano, el cual lo saludó cruzando los brazos sobre el pecho poco antes de desaparecer.
- ¡Él era, sí!... (balbuceó el artista.) ¡Oh!... Vamonos.... (añadió volviéndose a sus discípulos.) ¡Ese hombre tenía razón! ¡Su gloria vale más que la mía! ¡Dejémoslo morir en paz!
Y dirigiendo una última mirada al lienzo que tanto le había sorprendido, salió del templo y se dirigió a Palacio, donde lo honraban SS. MM. teniéndole a la mesa.

Tres días después volvió Rubens, enteramente solo, a aquella humilde capilla, deseoso de contemplar de nuevo la maravillosa pintura, y aun de hablar otra vez con su presunto autor.
Pero el cuadro no estaba ya en su sitio.
En cambio se encontró con que en la nave principal del templo había un ataúd en el suelo, rodeado de toda la comunidad, que salmodiaba el Oficio de difuntos....
Acercóse a mirar el rostro del muerto, y vió que era el Padre Prior.
- ¡Gran pintor fué!... (dijo Rubens, luego que la sorpresa y el dolor hubieron cedido lugar a otros sentimientos.)¡Ahora es cuando más se parece a su obra!
Madrid, 1858.

No hay comentarios:

Publicar un comentario